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El Color en la Arquitectura Mexicana

El color es mucho más que un matiz en la pared: es una declaración de quiénes somos

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El color en la arquitectura mexicana también funciona como un puente entre la memoria colectiva y la vida cotidiana. No se limita a embellecer superficies; se convierte en un vehículo que transmite emociones, refleja tradiciones y conecta generaciones. Cada tonalidad está impregnada de símbolos: los rojos que evocan pasión y fuerza, los azules que invitan a la contemplación espiritual, los amarillos que transmiten calidez y optimismo, o los rosas que celebran la vida comunitaria. Estos colores, presentes en fiestas, mercados, artesanías y espacios urbanos, encuentran en la arquitectura una forma de permanencia, transformando muros y fachadas en narrativas visuales que hablan tanto de nuestras raíces como de nuestra capacidad de reinventarnos.

 

Luis Barragán: la poesía del rosa y el amarillo
 

El maestro Barragán, reconocido como uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX, hizo del color su sello distintivo. Sus muros en tonos rosa mexicano, amarillo brillante y azul profundo no eran elecciones decorativas, sino símbolos de introspección, fe y modernidad. Obras como la Casa Gilardi o las Torres de Satélite son prueba de cómo un color puede transformar un espacio en experiencia.

 

Ricardo Legorreta: herencia y modernidad

Discípulo de Barragán, Ricardo Legorreta supo llevar esa tradición cromática hacia un lenguaje contemporáneo. Sus edificios se reconocen por la fuerza de los rojos, morados y naranjas, tonos que dotan a la arquitectura de un carácter monumental y cercano al mismo tiempo. Legorreta entendió que el color no solo viste, sino que imprime carácter y genera pertenencia.

 

Mathias Goeritz: el color como emoción espiritual

Nacido en Alemania, Mathias Goeritz encontró en México su lugar creativo. Sus colaboraciones con Barragán y sus obras como la Ruta de la Amistad o las Torres de Satélite lo posicionaron como un artista que entendía el color en su dimensión emocional y espiritual. Goeritz demostró que un muro amarillo o una escultura magenta pueden convertirse en símbolos colectivos.

 

Arte y arquitectura: un diálogo vivo

Más allá de la arquitectura, el color en México ha sido exaltado por artistas plásticos como Diego Rivera y Frida Kahlo, quienes llevaron los pigmentos intensos de la tierra, las flores y las tradiciones a sus lienzos. En la contemporaneidad, fotógrafos y artistas visuales como Gabriel Orozco o Alinka Echeverría han continuado explorando cómo los tonos vibrantes reflejan tanto lo cotidiano como lo trascendente.

 

El color como identidad cultural

La arquitectura mexicana ha hecho del color una declaración. Un muro rojo es pasión, un azul es introspección, un rosa es celebración. El color en nuestros espacios urbanos y domésticos nos recuerda que somos un país de contrastes y vitalidad, que seguimos reinterpretando nuestras raíces en clave contemporánea.

 

Un legado que evoluciona con nosotros

En este recorrido, Pinturas Berel, como marca mexicana, ha acompañado a generaciones en la construcción de espacios llenos de vida. Su compromiso con la calidad y con la identidad nacional se refleja en cada tonalidad que transforma muros en memorias y fachadas en símbolos de orgullo. Hablar del color en la arquitectura es también hablar de la confianza de pintar con Berel: una historia que sigue evolucionando con el México actual.

Hoy, en un contexto de renovación cultural y social, los colores intensos regresan con fuerza: tonos que equilibran energía y suavidad, fuerza y ternura. Colores que no solo se ven, sino que se sienten y se viven.

 

Muy pronto…

El color seguirá marcando el pulso de la arquitectura y el diseño en México. Un tono lleno de identidad, emoción y frescura está por llegar para inspirar nuevas historias en nuestros muros, objetos y espacios.

Muy pronto lo descubrirás.

 

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